
Acerca de Alba
Toda una vida aprendiendo de los animales.
Los animales y, en gran medida, los perros, han sido mis grandes maestros de vida. Literalmente, he pasado más tiempo con ellos que con personas.
Podría decir que la facilidad que tengo para comprender a los animales se debe, mayoritariamente, a que pasé toda la infancia relacionándome libremente con decenas de perros.
En la adolescencia empecé a formarme profesionalmente como educadora y adiestradora canina y trabajé durante 20 años en centros caninos, perreras municipales y por cuenta propia, tratando a miles de perros con resultados aparentemente muy exitosos. Y digo “aparentemente” porque, a lo largo del camino, siempre sentí que algo no acababa de encajar; sabía que tenía que existir una forma más fácil de ayudar a las personas a comprender a los perros, tal y como yo lo podía hacer de niña. Esto me llevó a seguir estudiando, simplificar y perfeccionar muchísimo la metodología, los ejercicios y la información que ofrecía a los alumnos. Así lograron avances y mejoras de manera mucho más efectiva, sencilla y rápida, ahorrándose lo que antes hubiera requerido muchísimas más sesiones.
Tras muchos años de estudio de los vínculos que los humanos establecemos con los animales, de las problemáticas que experimentamos con ellos y de trabajo personal con mis propios perros, la verdad detrás de los «problemas de comportamiento» fue aflorando en mi consciencia y comprendí que nosotros somos los creadores de absolutamente todo lo que nos ocurre con ellos.
Cada animal que llega a nuestra vida nos enseña cosas muy concretas sobre nosotros mismos, que son una oportunidad para tomar conciencia de lo que todavía nos queda por aprender y sanar dentro de nosotros.
Los perros me han enseñado a vivir con confianza, honestidad y sencillez, a comprender las emociones, a entender por qué surge la ansiedad, la agresividad o cualquier reacción exagerada, a trascender los miedos más profundos, a conectar con el cuerpo y con la intuición, a comunicar con respeto y claridad, a no necesitar nada, a sanar la relación conmigo misma y con el sistema familiar, a ser y estar en este mundo con paz interior, sin importar cuáles sean las circunstancias externas.
Desde luego, todo esto no lo conseguí en dos días, sino a base de años de estudio, práctica, errores y experiencia. ¡Y, por supuesto, todavía sigo en ello! Lo que quiero transmitiros es que los animales tienen mucho más que enseñarnos que nosotros a ellos y, para mí, ahora no tiene ningún sentido tratar de cambiarles, educarles o adiestrarles. Comprenderles es clave para ver más allá de los «problemas» y vivir como ellos saben; presentes, contentos, perdonados y en paz consigo mismos.
























































